noviembre 24, 2014

Los empu...taos del mundo contra los putas de Aguadas



septiembre 18 de 2002.

Buenas noches queridas amigas y amigos:

He leído el tercer libro de Esteban Elías Correa Posada en tres oportunidades. La primera por obligación, la segunda para corroborar algunos datos y la tercera por convicción.
La obligación surgió del honroso encargo que me formuló el compañero y amigo de siempre, para que hiciera la presentación oficial de éste, que se convierte en otro ejemplo  de su tesón, de su dedicación, de su amor por la vida. Llegué a sus páginas prevenido, máxime porque en las primeras se encuentra uno con ese leguaje fuerte, rocoso, ácido que siempre ha caracterizado al autor. Y cuando uno lee un libro de manera prevenida naturalmente no le encuentra el deleite al que está llamado la lectura.
Tuve, entonces, que esperar a tener una mayor serenidad conceptual y personal para emprender el segundo repaso, a fin de corroborar algunos datos que me permitieran decorosamente efectuar esta presentación. Ya entonces vi otras luces importantes en todo el contexto, ya me pude acercar más a sus fondos y formas y lógico el disfrute fue mayor.
Superada esta etapa decidí leerlo con amor, con interés, con deseos de entender más sus criterios, de asimilar temas y de aprender muchas cosas, como por ejemplo la debida tolerancia frente a lo que uno no comparte, pero que debe conocer como forma de ayudar al raciocinio que todos debemos tener en la vida.
Tras este proceso decidí que lo primero que debía hacer con ustedes, lo más posibles y seguros lectores del libro, era elaborar una serie de sugerencias cordiales sobre la forma de leer a Esteban Elías.
No vayan a hacerlo cuando estén en ayunas o cuando se encuentren ofuscados, porque se les incrementará, necesariamente, la úlcera o la agriera, por incipiente que ella sea.
Si tienen peleas amorosas, de esas que descuadran el genio y todo lo que esté a nuestro alrededor, tampoco es el momento de abordarlo.
Ni se les vaya a ocurrir antes o después de una fiesta, ni mucho menos como forma de hacer dormir a sus hijos.
Cuidado. El tercer libro de Esteban Elías contiene material explosivo o inflamable y ni puede leerse cerca de cuarteles policivos o militares.
Si uno estando bien aburrido, bien verraco, llega a leer a Elías, corre peligro de suicidio. Porque a él hay que leerlo con calma, tomando valeriana, soltando risotadas para sacarle pleno gusto a sus desplantes; como para poder burlarse de un redactor deportivo de quien afirma que sus conclusiones son “típicas de una dama figurín, un hermafrodita dormido, un gordito sin emociones, que no juega, ni jugó ni le sacó gusto a jugar con una pelota y que no sabe ni por dónde se infla un balón”.
El que lea a Elías sin conocerlo, se imaginará de inmediato a un solterón, octogenario, mal jubilado, regañón y uraño.
Con Elías no queda títere con cabeza. Su guillotina alcanza la más variada colección de seres. Ex director ejecutivo de la cámara de comercio, alcaldes reconocidos, secretarios de tránsito o de Gobierno, ahora candidatos a la alcaldía. Ubéimares, Yamides, Daríos, y Gosaínes, Juan B, Ramos, Cosios, El tiempo, El colombiano, Uribes pumpum, un tal Juan Camilo de Hacienda, un sapo Cárdenas el de los cafeteros, Andrés, claro está.
Y no se contenta con atacar a los de casa sino que se extiende a la Dea, la Cia, la Sony, el FMI, la Enron, y hasta los desfiles de modas.
Y en esos escrito-ataques sólo utiliza términos rudos, golpes de gramática, dardos envenenados, ataques frontales. Pero,  a la hora de la verdad, Elías es uno de esos seres humanos especiales de los que él mismo habla.
Y miren esto: Elías es ofensivo pero púdico. Tal vez por respeto a las señoras no se atreve a escribir sobre los putas de Aguadas. Prefiere el pu, puntos suspensivos, de Aguadas. Curiosa forma de darle vueltas al pensamiento o máxima furia contra quienes “juegan con la tierra y con todos nosotros: somos su pelota”, como él lo afirma.
Y es tan curioso Esteban Elías, que permite que sus libros y escritos se intercambien libremente en todos los rincones del mundo, menos es Estados Unidos. Vaya paradoja. Si precisamente el mensaje va, en buena parte, contra los norteamericanos o mejor para los norteamericanos, para que dejen de invadir el mundo. Al primer idioma que se debería traducir sería precisamente al inglés. Aunque a los monos ni les hagan cosquillas la críticas de Elías ni la de todos los Elías del mundo.
A Elias tenemos que tomarlo más en serio, pero todo parece indicar que en este país de sobresaltos, los sobresaltos ya no nos sobresaltan. Y eso si es el caos.
El, seguramente, tiene el secreto deseo de ser alcalde de Medellín, o presidente de Colombia o Gobernante del mundo. Y para cada una de esas opciones tiene su propio y bien delineado programa.
Tiene preguntas de una lógica contundente en nuestro ilógico país. Por ejemplo en PUEBLO II se y nos pregunta:
“y… ¿Quién es pueblo? ¿El médico, el ingeniero, el químico?
¿Cuándo ejercen y son “dotores”? ¿…o cuando se jubilan?
¿O…nunca después del grado o mientras tengan sueldo?
¿Y el alcalde es pueblo cuando deja de ser alcalde?
Y… ¿por qué no es pueblo cuando deja de ser alcalde?”
Ahí queda uno impactado. Yo por lo menos quedé muy impactado. Y me sique sonando la pregunta en forma insistente.
Pero volvamos al Elías amigo, al Elías compañero, al Elías dicharachero, al Elías sentimiento.
La primera emoción se encuentra a boca de jarro cuando el autor hace el recorrido por ese torrente de sembradores de ideas, por ese encantador grupo de quienes fueron sus profesores o mejor sus MAESTROS, con mayúscula total.
Ahí encuentro el primer vínculo con mi amigo porque yo también tuve la inmensa fortuna de compartir con esos singulares orientadores de vida: Aquí retomo a Elias por completo para hablar de “Don Sigifredo Ramírez, el bacán que nos abrió a la vida, a la duda, al análisis.
Don Jaime Villegas (“Villeguitas”), el amigo. Aquí un breve paréntesis para recordarlo con el que desde el cielo nos tiene que haber condonado la deuda de la caseta la Cinta Verde.
Y sigamos.
Y a los demás liceístas inolvidables: Don Marino Ramírez, Don Miguel Ochoa, Don Luis (no Jesús) María Sánchez, Don Gerardo Tapias Henao, Don Jorge Cárdenas, Don Darío Estrada, Don Abraham Gonzales, Don Pablo Salazar, Don Luis Restrepo, Don Octavio Ospina, Don Luis Carlos Arroyave, Don Gilberto Parra, Don Mario Zabala Villegas, Don Gonzalo, Don Filemón, Don Ricardo Lagoeyte, y Don Hernando Elejalde, “El Loco” y sabio. El monstruo, maestro de maestros de la magnanimidad  y la total entrega, quien nos enseñó a sembrar, a ser, a aprender en la vida plena, a reír y a llorar como los gigantes excelsos”
Porque fue con este grupo de profesores con los que aprendimos inconmensurables lecciones de vida. Con los que estuvimos en ese QALFA62 que el tiempo ha tratado de destruir pero que el corazón insiste en reconstruir. Allí sentimos lo que eran responsabilidad e irresponsabilidad, porque las vivimos, las sentimos, las lloramos y las dejamos como preseas maravillosas. Dios quiera que este año, cuando cumplimos 40 de ese Qalfa, y el otro, con los 40 de nuestra promoción fabulosa, tengamos el reencuentro indispensable antes de que tengamos que emprender el viaje definitivo, por designios de Dios o por el absurdo querer de quienes combaten ideas y tertulias con bombas cargadas de asesina metralla.
Y fue por mi pertenencia a este maravilloso grupo como conocí a una mujer excepcional, a doña Elvia Posada de Correa, la mamá de Elías, la que tantas veces fue nuestra madre, amiga y confidente. Elías dice que ella solo era inocencia, dignidad, honor, pudor, ternura, decencia. Perfecto, pero era mucho más, era oración silenciosa, lágrima penitente, desvelo por propios y extraños, abrazo sincero, mejor dicho, madre y amiga sin par. Ella, doña Elvia, está aquí gozosa, porque ahora desde su eternidad es cuando más nos acompaña.
Aterrizando ya en nuestra realidad debemos señalar que a Elías hay que leerlo, que merece leerlo, que debemos leerlo. Eso sí, con alma, sin apuros y teniendo en cuenta las condiciones que expuse inicialmente.
Elías es tormenta defendiendo nuestros recursos naturales y nuestras riquezas. Es bandera enhiesta para denunciar a los corruptos, a esos que se están robando nuestro país mientras nosotros nos desvelamos en estériles polémicas deportivas.
Es feroz argumentista para reseñar a los que saquean el patrimonio de nuestros pueblos.
Es un frontal guerrero con su palabra para oponerse a quienes hacen guerra de sangre, de cruces y de viudas.
Elías propone:
“Que vayan a la guerra, al campo de batalla, al frente de batalla,
¡Y CON SUS HIJOS!, aquellos que la aplauden, la piden y la necesitan para defender los privilegios y tesoros mal habidos…o para conseguirlos…
Que vayan a la guerra aquellos que…ofrecen (de ahí no pasan)
Pagar más impuestos para financiar a los que la hacen casi gratis
U obligados por las circunstancias
Que vallan a la guerra aquellos que…sólo ponen plata desde un club…
Y nunca ponen sangre…Aquellos “valientes” firmando cheques…
Que la azuzan desde el golf, para que no les desconcentren la jugada…”
Elías denuncia que:
“Hay más de 6.000 niños en la guerra… y ¡ni un general!
Hay más de 6.000 niños en la calle… de la calle
Hay más de 6.000 niños ¿viviendo? en ranchos de lata
Hay más de 6.000 niños con hambre en este momento
Hay más de 6.000 niños sin escuela
Hay más de 6.000 niños huérfanos y sin amor,
Cogiendo fila… listos para ingresar a la guerra, al cementerio o a la cárcel, ¡NO TIENEN OTRA OPCIÓN!
El asesinato de Luis Carlos Galán hizo volar en mil pedazos muchos, muchísimos ideales.
Y también dejó en la más completa orfandad a muchos de los que buscaban con decisión, con honradez, con sinceridad esa salida política esperanzadora. Entre esos muchos, o tal vez pocos a la hora de la verdad, creo sinceramente que está Esteban Elías.
Al lado de ese portento de honestidad él hubiera podido progresar, no medrar, bajo su sombra. Él hubiera podido poner en vigencia tantas inquietudes frente a la injusticia y el silencio cómplice.
Porque Elías hubiera sido realmente capaz de cumplir muchos ideales, de esos que plantea en esta obra que debemos analizar con cuidado y con esmero.
Veamos, por ejemplo, de que se jacta Elías:
“Yo me jacto, no de resentimiento sino de mi ENESENTIMIENTO activo, protestante, insultante, respondiente, acusador: dispuesto a no soportar nunca más y a desenmascarar  a tanto tiranillo de todos los pelambres, que se las tiran de dictadorzuelos  y sólo son enanos… Crecidos por la cobardía, escepticismo, impotencia, pereza y aguante (a lo cívica de Carreño) de los resentidos silenciosos, humildes, frustrados, pobres ciudadanos.
¡VIVA EL SENTIR
EL RESENTIR
EL TRISENTIR
EL ENESENTIR
DE JUSTOS, ALTANEROS ALTIVOS ACTIVOS!”.
Sería interminable en las citas de tantos pasajes y momentos de intensidad, de vibración, de emoción que tiene este tercer libro de Esteban Elías Correa Posada. Pero, eso sí,  les pido, les ruego, les suplico a mis amigos, a los que vayan a tener este libro en sus manos, que no se dejen derrotar por el primer obstáculo de incomprensión que encuentren en el mismo; que persistan, que resistan, y que poco a poco (REPITO: POCO A POCO) vayan devorando sus páginas, llenas de valentía y de testimonios de alguien que es orgulloso sembrador de ideas. Loa invito a disfrutar del explosivo coctel de esta noche: el libro EMPU...TAOS DEL MUNDO CONTRA LOS PUTAS DE AGUADAS y los bambucos,  boleros y valses, en voces de exquisito sentimiento.

Elías, servíme un puto aguardiente. Muchas gracias.
César Pérez Berrio