Mis pensamientos me trascienden; su esencia, su fondo, trasciende la forma de soldado ofendido, vulgar pero valiente y fogoso en que los digo o escribo.
Si
quieres “futuro”, desnúdate de todo lo “cultural” y vuelve a empezar.
Si te vuelves a equivocar, quítate una media
Si te vuelves a equivocar, quítate una media
Elucubraciones alrededor del
pensamiento del día, de eco katío manguruma,
septiembre 29 de 2012:
Considerando el ucase libertino de las
fotomultas y su negociado infame:
“Si un
ciudadano, cada ciudadano, no es escuchado, ¿con qué razón va a ser enrolado,
utilizado, mandado, multado, castigado…?”
“Si un
ciudadano, cada ciudadano, en un régimen democrático, no es escuchado, ¿con qué
razón va a ser enrolado, utilizado, mandado, multado, castigado…? ¿Con cuál
razón van a bautizar de democrático ese régimen?”
“Si un
ser humano, cada ser humano, no es educado ni escuchado, ¿con qué razón va a
ser enrolado, utilizado, mandado, multado, castigado…? ¿Con cuál razón van a
contar con él para otras cosas que, para acabar de ajustar, lo perjudican y en
nada lo benefician?”
“Si un
ser humano, cada ser humano, en una sociedad democrática, no es educado ni
escuchado por los que la dirigen, ¿no son los que la dirigen unos terroristas criminales
que destruyen hasta los cimientos a esa sociedad, que la impiden, que la
niegan, que la contradicen? ¿Esos criminales antisociales, no deben ser
despojados de sus cargos y aislados para que no hagan más daño, para que no
impidan el armonioso devenir social, para que no lo obstaculicen?”
La
acción de gobierno no solo debe aprobarla el experto y el político; debe
aprobarla también, y sobre todos, el ciudadano normal y corriente. No se puede
imponer y mantener una política, norma o ley que se oponga y que lesione al
grupo social. No se puede imponer y mantener una política, norma o ley que no
sea aprobada por el grupo social, que vaya en contravía con el parecer general.
La
ignorancia del hombre común es cultivada de tal manera y con tanto esmero que
tendemos a dar por supuesto que el hombre común no tiene opinión ni importancia
ni derecho a participar en las decisiones que le competen y afectan. La
ignorancia del hombre común es cultivada de tal manera y con tanto esmero que
desconoce por completo sus derechos a pensar y a descubrir y su deber de la desobediencia civil. Por
eso no piensa y corre a cumplir normas injustas y a pagar las multas y cumplir
las sanciones todavía más injustas que le impongan.
Cuanto
menos se tengan en cuenta la opinión, las quejas y el resentimiento del hombre
común tanto más se debilita el proceso y el sistema social… y el estallido es
cruel y salvaje.
¿Podrán,
políticos y expertos, por más preparación, inteligencia y buena voluntad que
tengan, compensar la incapacidad inducida en el hombre común por la acción del
gobierno y de los que se han apoderado del poder?
Políticos
y expertos desconocerán las repercusiones de una política, norma o ley mientras
desconozca la opinión del ciudadano normal y corriente sobre la misma. Jamás
podrán encontrar el Bien Común y la Justicia por ese camino.
Cada
opinión que se deje de escuchar, cada ciudadano que se deje de educar LiRScA,
aleja a los políticos de los ciudadanos… y los enfrenta. No se comprenden y
esto origina la inestabilidad de los sistemas impuestos. Sistemas que,
entonces, NO permanecerán.
La
opinión del ser humano común y corriente, educado LiRScA, es, definitivamente y
aunque sea despreciada esa opinión en todas partes, el fundamento sólido para
construir una sociedad armónica y civilizada.
Con
todas esas opiniones se forman las escalas de Valores que permiten el devenir
evolutivo.
Mentes
perversas impiden esta participación humanista, abriendo un abismo y obligando
a una confrontación que destruirá instituciones y sociedades, degenerándolas y
desapareciéndolas. Malestar, odio y sangre, mucha sangre, correrá entonces.En el
partido de la vida, ni siquiera nos dejan jugar. Solo quieren que llenemos el
estadio para ver un juego que no conocemos, que no entendemos.
El ser
humano común y corriente, obligado a ignorante miseria, obedece hasta cierto
día y hora la opresión; y no se rebela ante normas injustas hasta que revienta…
pase lo que pase.
A
estos cambios violentos o a oídos abiertos que han escuchado otras ideas, se
debe el avance a la escasa civilización que se ha logrado. Escasa, aunque se
haya llegado a Marte.
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