octubre 23, 2012

Meimportaunculismo e impunidad, ¿hasta cuándo?

Síntesis magistral, pero corta, muy corta, de la historia de los “negocios-despojos”, otros verdaderos ataques terroristas cometidos contra la sociedad y, a la hora de la verdad, contra todos los niños y contra toda la humanidad y lo humano. También y todavía en la impunidad. ¿hasta cuándo? Por ello, esos despojos, son nulos de toda nulidad y son los delitos por los que los actores deben ser enjuiciados y condenados severa y ejemplarmente. Ingenuos, miren y piensen, para actuar en consecuencia. Detecten a sus verdaderos enemigos. eco katío manguruma, biófilo, ex
Por Rodrigo Jaramillo Velásquez, Moderador de Columnistas Libres, quien ha autorizado su publicación en mi blog.   

LOS IRRESPONSABLES DESTRUCTORES DE GRANDES Y NOBLES INSTITUCIONES.
Está sobre el tapete, no digamos sobre la curul, o sobre el escritorio de los  congresistas que supuestamente legislan para nosotros, un proyecto de ley de una llamada reforma tributaria, presentado por el gobierno de Juan Manuel Santos, a través de Mauricio Cárdenas, que amenaza directamente dos grandes instituciones de la sociedad, que nos han costado a todos muchos recursos y que son orgullo nuestro, aquí y en la Cochinchina: El ICBF y el SENA.
Este tipo Cárdenas es hijo de otro señor de apellido Cárdenas, bajo cuyo gobierno en la Federación Nacional de Cafeteros, desaparecieron las grandes construcciones del gremio cultivador del que alguna vez se llamó el mejor café del mundo: la FLOTA MERCANTE GRANCOLOMBIANA, EL BANCO CAFETERO, CAFESALUD, Y SEGURAMENTE OTROS ORGANISMOS Y BIENES QUE LOS CAFETEROS ACUMULARON DURANTE MAS DE CIEN AÑOS Y ESTOS MODERNOS ATILAS destruyeron sin dejar rastro  y sin que se supiera qué fue de los inmensos recursos que poseían.
Los agentes del capital financiero internacional, los agentes de los Reagan y las Thatcher, así como de sus descendientes, los neoliberales de todas las pelambres, vienen destruyendo instituciones, a veces originales, que los pueblos han  construido; simplemente porque les estorban a sus negocios o a sus ambiciones de ganancias, o a los de sus amos e impulsores.
En los últimos años podemos enumerar numerosas instituciones que fueron liquidadas por las hordas neoliberales:
ATILA I: Misael Pastrana Borrero, recibió con un enorme superávit todos los institutos descentralizados del país y cuando se retiró los dejó con un déficit de 570 millones de pesos de la época, cuando una casa muy buena valía doscientos mil pesos en Bogotá. Entregó el ahorro para la vivienda a media docena de empresas privadas, que aprovecharon la acelerada inflación de entonces para expropiar a los numerosos incautos que se endeudaron con ellas.
ATILA II: Julio Cesar Turbay, gran corruptor de la democracia colombiana, derrumbó el honor militar y enseñó a los militares a torturar. Sus víctimas desfilamos por la Escuela de Caballería de Usaquén. Entregó la Aeronáutica Civil a gentes allegadas a la mafia de la droga.
ATILA III: Belisario Betancur, inició el desmonte paulatino del Sistema Eléctrico Nacional, cuando, por motivos baladíes, despidió a Germán Jaramillo Olano de ISA, el hombre que había construido el sistema eléctrico interconectado nacional. Nombró un homosexual enfermizo en su reemplazo que llegó incluso a vender las tierras compradas para futuros proyectos eléctricos, como es el caso de Ituango y cedió ante la mafia para no construir el proyecto Cañafisto en Anzá, porque inundaba tierras de poderosos señores.
ATILA IV, Cesar Gaviria Trujillo: Privatiza la CVC, constructora de las grandes centrales y operadora del sistema eléctrico del Valle del Cauca, entrega la generación eléctrica a capital español y priva de sus rentas a la Corporación Autónoma Regional del Valle, constituida a imagen de la Corporación  del Valle del Rio Misisipí en Estados Unidos que ha velado por la cuenca de este gran rio durante casi un siglo.-
El Atilita de Pereira no solo destruyó la CVC, desmembró el instituto Colombiano de Energía Eléctrica, y a partir de su gobierno se vendieron todas las empresas eléctricas regionales, se dividió Interconexión eléctrica SA, entre ISA e Isagen, debilitando todo el sistema. De sus “sabios” consejos salió la destrucción de la Federación Nacional de Cafeteros, ejecutada por Cárdenas y sus sucesores.
Los Atilas colombianos vendieron el Banco Central Hipotecario, el Banco Popular, quebraron la Caja de Crédito Agrario, Industrial y Minero,  el Instituto de Mercadeo Agropecuario, El Banco Ganadero, un miembro de la horda neoliberal se adueñó de Invercolsa, privatizaron la red de distribución de combustibles, Terpel...
Los Atilas culminaron su faena al entregar el subsuelo y empezar a entregar el propio suelo agrícola, en el gobierno de quien ya no era un Atila sino un pequeño Hitler.
Con el hijo de Pastrana, el primer neoliberal, nos vino la liquidación de áreas estatales importantes tales como la misma recolección de las basuras en la capital, y la Alcaldía de Mokus, por esas calendas, vendió sin compasión la mitad de la empresa de Energía Eléctrica y la generación de la capital.
En Antioquia, Álvaro Uribe liquidó el mantenimiento estatal de carreteras regionales, como empresa del Estado, luego del largo invierno de los dos últimos años, los gobiernos departamentales de Antioquia no han logrado reparar las vías dañadas, porque tienen que esperar largas licitaciones, y largos concursos de meritos para nombrar interventores, mientras tanto la región se hunde.
A finales de los ocho años de la privatización total, incluida la seguridad ciudadana, de los gobiernos de Uribe, hasta los últimos aeropuertos regionales fueron privatizados.
Las hordas neoliberales privatizaron la salud, las pensiones, las cesantías, acabaron con los pagos de horarios nocturnos, de trabajo triple en los días festivos  y hasta la vida sexual colombiana fue privatizada.
Cárdenas ha recibido la orden de eliminar el cuidado de los niños y la educación obrera de los más pobres.
En Antioquia hemos logrado impedir la privatización de EPM, pero le limitaron su campo de acción, la fraccionaron y un tipo de apellido Gaviria, regaló 70 millones de dólares a los dos mayores ricos de Colombia al comprarles la mitad de una coinversión con la empresa
municipal de Medellín, denominada Orbitel, en complicidad con un alcalde de la ciudad.

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